1590: St. Paul said to his disciple Timothy: "I remind you to rekindle the gift of God that is within you through the laying on of my hands" (2 Tim 1:6), and "If any one aspires to the office of bishop, he desires a noble task." (1 Tim 3:1) To Titus he said: "This is why I left you in Crete, that you amend what was defective, and appoint presbyters in every town, as I directed you" (Titus 1:5).
1591: The whole Church is a priestly people. Through Baptism all the faithful share in the priesthood of Christ. This participation is called the "common priesthood of the faithful." Based on this common priesthood and ordered to its service, there exists another participation in the mission of Christ: the ministry conferred by the sacrament of Holy Orders, where the task is to serve in the name and in the person of Christ the Head in the midst of the community.
1592: The ministerial priesthood differs in essence from the common priesthood of the faithful because it confers a sacred power for the service of the faithful. The ordained ministers exercise their service for the People of God by teaching (munus docendi), divine worship (munus liturgicum) and pastoral governance (munus regendi).
1593: Since the beginning, the ordained ministry has been conferred and exercised in three degrees: that of bishops, that of presbyters, and that of deacons. The ministries conferred by ordination are irreplaceable for the organic structure of the Church: without the bishop, presbyters, and deacons, one cannot speak of the Church (cf. St. Ignatius of Antioch, Ad Trall. 3, 1).
1594: The bishop receives the fullness of the sacrament of Holy Orders, which integrates him into the episcopal college and makes him the visible head of the particular Church entrusted to him. As successors of the apostles and members of the college, the bishops share in the apostolic responsibility and mission of the whole Church under the authority of the Pope, successor of St. Peter.
1595: Priests are united with the bishops in sacerdotal dignity and at the same time depend on them in the exercise of their pastoral functions; they are called to be the bishops' prudent co-workers. They form around their bishop the presbyterium which bears responsibility with him for the particular Church. They receive from the bishop the charge of a parish community or a determinate ecclesial office.
1596: Deacons are ministers ordained for tasks of service of the Church; they do not receive the ministerial priesthood, but ordination confers on them important functions in the ministry of the word, divine worship, pastoral governance, and the service of charity, tasks which they must carry out under the pastoral authority of their bishop.
1597: The sacrament of Holy Orders is conferred by the laying on of hands followed by a solemn prayer of consecration asking God to grant the ordained the graces of the Holy Spirit required for his ministry. Ordination imprints an indelible sacramental character.
1598: The Church confers the sacrament of Holy Orders only on baptized men (viri), whose suitability for the exercise of the ministry has been duly recognized. Church authority alone has the responsibility and right to call someone to receive the sacrament of Holy Orders.
1599: In the Latin Church the sacrament of Holy Orders for the presbyterate is normally conferred only on candidates who are ready to embrace celibacy freely and who publicly manifest their intention of staying celibate for the love of God's kingdom and the service of men.
1600: It is bishops who confer the sacrament of Holy Orders in the three degrees.
1590 San Pablo dice a su discípulo Timoteo: "Te recomiendo que reavives el carisma de Dios que está en ti por la imposición de mis manos" (2 Tm 1,6), y "si alguno aspira al cargo de obispo, desea una noble función" (1 Tm 3,1). A Tito decía: "El motivo de haberte dejado en Creta, fue para que acabaras de organizar lo que faltaba y establecieras presbíteros en cada ciudad, como yo te ordené" (Tt 1,5).
1591 La Iglesia entera es un pueblo sacerdotal. Por el Bautismo, todos los fieles participan del sacerdocio de Cristo. Esta participación se llama "sacerdocio común de los fieles". A partir de este sacerdocio y al servicio del mismo existe otra participación en la misión de Cristo: la del ministerio conferido por el sacramento del Orden, cuya tarea es servir en nombre y en la representación de Cristo-Cabeza en medio de la comunidad.
1592 El sacerdocio ministerial difiere esencialmente del sacerdocio común de los fieles porque confiere un poder sagrado para el servicio de los fieles. Los ministros ordenados ejercen su servicio en el pueblo de Dios mediante la enseñanza (munus docendi), el culto divino (munus liturgicum) y por el gobierno pastoral (munus regendi).
1593 Desde los orígenes, el ministerio ordenado fue conferido y ejercido en tres grados: el de los obispos, el de los presbíteros y el de los diáconos. Los ministerios conferidos por la ordenación son insustituibles para la estructura orgánica de la Iglesia: sin el obispo, los presbíteros y los diácono s no se puede hablar de Iglesia (cf. San Ignacio de Antioquía,Epistula ad Trallianos 3,1).
1594 El obispo recibe la plenitud del sacramento del Orden que lo incorpora al Colegio episcopal y hace de él la cabeza visible de la Iglesia particular que le es confiada. Los obispos, en cuanto sucesores de los Apóstoles y miembros del Colegio, participan en la responsabilidad apostólica y en la misión de toda la Iglesia bajo la autoridad del Papa, sucesor de san Pedro.
1595 Los presbíteros están unidos a los obispos en la dignidad sacerdotal y al mismo tiempo dependen de ellos en el ejercicio de sus funciones pastorales; son llamados a ser cooperadores diligentes de los obispos; forman en torno a su obispo el presbiterio que asume con él la responsabilidad de la Iglesia particular. Reciben del obispo el cuidado de una comunidad parroquial o de una función eclesial determinada.
1596 Los diáconos son ministros ordenados para las tareas de servicio de la Iglesia; no reciben el sacerdocio ministerial, pero la ordenación les confiere funciones importantes en el ministerio de la palabra, del culto divino, del gobierno pastoral y del servicio de la caridad, tareas que deben cumplir bajo la autoridad pastoral de su obispo.
1597 El sacramento del Orden es conferido por la imposición de las manos seguida de una oración consecratoria solemne que pide a Dios para el ordenando las gracias del Espíritu Santo requeridas para su ministerio. La ordenación imprime un carácter sacramental indeleble.
1598 La Iglesia confiere el sacramento del Orden únicamente a varones (viri) bautizados, cuyas aptitudes para el ejercicio del ministerio han sido debidamente reconocidas. A la autoridad de la Iglesia corresponde la responsabilidad y el derecho de llamar a uno a recibir la ordenación.
1599 En la Iglesia latina, el sacramento del Orden para el presbiterado sólo es conferido ordinariamente a candidatos que están dispuestos a abrazar libremente el celibato y que manifiestan públicamente su voluntad de guardarlo por amor del Reino de Dios y el servicio de los hombres.
1600 Corresponde a los obispos conferir el sacramento del Orden en los tres grados.